June 9, 2022

¿Qué hay de nuevo otra vez?

Acostumbrados a vivir de la novedad de los hechos, quizá necesitemos buscar algo nuevo, otra vez.

Marcos Blanco
[Photo by Josef Kissinger]

“¿Qué hay de nuevo otra vez?” Así comenzó su mensaje un amigo, preguntándome acerca de las novedades del Congreso de la Asociación General. No sé si estaba siendo irónico, o solo usó un oxímoron sin darse cuenta. Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, un oxímoron es: “Combinación, en una misma estructura sintáctica, de dos palabras o expresiones de significado opuesto que originan un nuevo sentido, como en un silencio atronador”. En este caso, si es algo nuevo, no puede ser algo que aparezca “otra vez”. 

Después de todo, ¿qué puede haber de nuevo en un Congreso de la Asociación General? Los líderes llegan y se van (en este caso, la novedad no vino por el recambio, sino por la continuidad). Los cambios en el Libro de Reglamentos (Working Policy) y el Manual de la iglesia también son rutinarios. Es cierto, hay cambios que despiertan más polémica que otros, pero son tratados normalmente con un punto de agenda fijo dentro de cada congreso. 

En algunos casos, todo es nuevo para el novato (no es palabra despectiva, solo designa a quien “es nuevo en una situación o una actividad determinadas, por lo que carece de experiencia”). Pero esa misma novedad es rutina para quien ya ha transitado por los pasillos de varios congresos de la Asociación General, aunque dicen también que nunca una persona se baña dos veces en el mismo río, porque uno nunca es la misma persona, y porque el río tampoco es el mismo. 

Quizá podríamos pensar que las circunstancias son las nuevas: una crisis económica, seguida por una pandemia y luego por una guerra. Pero, si recordamos la crisis del ‘29, las dos guerras mundiales y la pandemia de la Gripe Española, lo que estamos viviendo quizá no tenga nada de novedad. 

Para una sociedad que recambia vestimentas, automóviles y hasta de cónyuge o familia cada vez con mayor rapidez, siempre buscando lo nuevo y lo más novedoso, entonces podría parecer que no hay mucho de interés en este congreso. Después de todo, no hay mucha gente nueva de la que hablar, o el último voto polémico que podamos comentar (aunque para algunos, los hubo). 

Quizá lo que Dios quiere no sea novedad en el Congreso, sino que nazcamos de nuevo nosotros mismos (Juan 3:1-15). En otras palabras, Dios anhela que la novedad no venga de afuera, sino de nuestro interior. Que no comience con eventos, sino en nuestra propia vida espiritual. Solo así, cuando llegamos a ser una nueva persona en Cristo, podemos traer novedad no solo a nuestra vida, sino también a nuestra familia, nuestra iglesia local, y a la Iglesia Adventista en todo el mundo. Solo al dejar que Dios nos haga nacer de nuevo, esta vez del agua y del Espíritu, es que podremos ver que aquel que hace nuevas todas las cosas (Apoc. 21:5) podrá hacer “un cielo nuevo y una tierra nueva” (21:1), pero esta vez algo nuevo que no necesitará ser renovado nuevamente. 

Quizás este congreso, después de todo, pueda traer algo nuevo. Para eso, tenemos que dejar de lado nuestras opiniones preconcebidas, nuestros recelos acariciados, nuestras posiciones irreconciliables, nuestros bandos opuestos, nuestros pecados ocultos; dejar todo atrás, para permitir que el Espíritu Santo pueda hacernos nuevas criaturas, y pueda generar una nueva iglesia que, de una vez por todas, cumpla con su misión de proclamar el evangelio eterno y vea venir a Cristo en gloria y majestad. 

Sí, es necesario nacer de nuevo; otra vez. 

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