El novedoso coronavirus ha amputado una parte enorme de la economía mundial. Los países, negocios, hogares e individuos afectados están buscando un camino que los lleve de regreso a la regeneración y a la recuperación. Sin embargo, las crisis también son oportunidades para reexaminar nuestra comprensión del bienestar económico, ajustar nuestras suposiciones y conducta y salir más capaces de lidiar con todo.
Un cuadro general sombrío
A tres meses del comienzo de la pandemia del 2020, el Fondo Monetario Internacional (FMI) estimaba que el producto interno bruto (PIB), una medida de los bienes y servicios producidos, se reduciría en más de 6 % este año y advertía que podía llegar a empeorar mucho más.1 El coronavirus ha ocasionado el cierre de millones de pequeñas empresas, que generalmente tienen poco colchón financiero. Las grandes empresas y cadenas minoristas han perdido casi todos sus ingresos (al menos temporalmente), y hay sectores enteros como el turismo y la gastronomía que han colapsado de forma significativa. Hago viajes habituales entre Estados Unidos y Europa. Ahora veo veintenas de pasajeros donde antes encontraba miles. Esto está dando como resultado consecuencias devastadoras para la industria de los viajes.
Un daño humano en aumento que impacta a las minorías en forma desproporcional
Más de treinta millones de personas en todo el mundo han dado positivo en COVID-19, casi un millón ha muerto y algunas de las naciones más ricas están luchando para contener las nuevas infecciones y muertes. Para junio de 2020, la COVID-19 estaba causando una muerte por minuto en los Estados Unidos y estaba en camino a convertirse en la tercera causa de muerte después de los infartos de miocardio y el cáncer. Las numerosas pérdidas temporales de trabajo en todo el mundo, que alcanzan aproximadamente a los 400 millones durante el segundo trimestre, suman a la miseria y el dolor humanos. Las mujeres, que ocupan varios roles demandantes, han sido especialmente afectadas. Algunas están luchando contra el aumento de la violencia doméstica.
Las minorías raciales y étnicas son afectadas de forma desproporcional en los Estados Unidos, donde “los índices de contagio son tres veces más elevados y los índices de muerte son seis veces mayores en los condados con mayor población afroamericana en comparación con los condados predominantemente blancos”.2 En California, LatinX representa el 70 % de todas las muertes por COVID-19 entre personas de 18-49 años, a pesar de que conforman solo el 43 % de la población”.3 En el Reino Unido, los primeros informes estiman que hasta un 60 % de los trabajadores de la salud que mueren de COVID-19 son de ascendencia africana, asiática y de otras etnias minoritarias.4 Este impacto diferencial ha disparado un debate intenso y necesario acerca de las causas de base, tales como las desventajas preexistentes y el acceso discriminatorio a las oportunidades y a un cuidado de la salud de calidad.
De forma paralela, los problemas climáticos están causando gran daño a propiedades y viviendas en casi todos los continentes, lo cual agrava problemas tales como la plaga de langostas en algunas regiones. El índice de desastres hidrológicos, climatológicos y meteorológicos casi se ha triplicado en las últimas décadas; así lo ha hecho también el número de brotes de enfermedades infecciosas. En abril de 2020, las Naciones Unidas advirtieron que se avecinaban hambrunas de “proporciones bíblicas”.5 Mientras tanto, las muertes de afroamericanos relacionadas con la policía, tan difundidas en Estados Unidos y en otros lugares, han desatado protestas en todo el mundo.
El impacto en la comunidad adventista
La comunidad adventista no se ha librado de todo, aunque el impacto hasta ahora aparentemente varía según la región, institución y congregación. A nivel de división, en algunos lugares, las cifras preliminares del segundo trimestre indicaron que, para muchos, los recibos de diezmos solo son ligeramente más bajos. Un par de divisiones han sido más afectadas y han tenido que dejar cesantes a algunos trabajadores. Esto también se aplica a la Asociación General, que depende en gran medida de las ofrendas de las misiones. Nuestros colegios y universidades, especialmente aquellos con grandes cantidades de estudiantes extranjeros, han tenido que adaptar sus formas de trabajo para brindar una educación de calidad de forma virtual ante un panorama con fondos reducidos. Para muchas de nuestras escuelas primarias y segundarias, las matrículas y aranceles son significativamente inferiores.
Como personas que defienden fuertemente el estilo de vida saludable, es probable que los adventistas tengan una menor incidencia de muertes por COVID-19, pero no tengo datos detallados para confirmar o invalidar esta hipótesis. En junio, la revista Spectrum informó “casi doscientas” muertes en la Unión del Atlántico,6 que incluye a la tan golpeada Nueva York, con su membresía de más de 127 mil personas. A pesar de eso, la pandemia ha precipitado innovaciones en las donaciones en línea, los programas de alcance comunitario y la participación cívica. La Unión del Oeste de Kenia recientemente lanzó una plataforma de donaciones muy conveniente por medio del uso de Mobile (Phone) Money Technology, M-Pesa. En mi iglesia en Maryland, el 100 % de las donaciones se realiza de forma virtual y las cantidades totales son comparables a las del año pasado o mayores. La distribución comunitaria de alimentos aumentó de 150 a 200 familias cada dos semanas a 900 a 1 200 por semana. La afiliada local de la red de televisión NBC llegó sin previa invitación para hacer un reportaje, atraída por más de un kilómetro de coches en espera.
Regeneración y sanidad
Ningún economista puede predecir con precisión cuánto más recortará la pandemia el producto interno bruto mundial o cuánta más miseria humana se desatará en el año entrante. Sin embargo, estos tres puntos son claros:
En primer lugar, los gobiernos deberían proveer información adecuada que sea confiable para los ciudadanos y en base a la cual puedan actuar. Los gobiernos también deberían ayudar a crear condiciones para que se recupere la confianza de los negocios y los consumidores y deberían trabajar con sus pares para minimizar los riesgos de los daños colaterales negativos de un país al otro. Nadie debería actuar como si fuera el únicos recto o justo, ya que las crisis mundiales pueden surgir casi en cualquier lugar; la Gran Recesión de 2008 comenzó en los Estados Unidos.
En segundo lugar, tú y yo tenemos la responsabilidad indiscutible de hacer el bien: como vecinos debemos cuidar de nuestros vecinos, como propietarios debemos ser generosos con nuestros empleados, como empleados debemos hacer la milla extra por nuestros compañeros, como amigos debemos “sobrellevar las cargas de los otros”, y como miembros de iglesia debemos permanecer fieles en nuestras ofrendas y hacer incluso más a medida que somos bendecidos. No hay lugar para que haya fatiga de compasión.
En tercer lugar, debemos aceptar la realidad inequívoca de que amenazas como la que actualmente estamos enfrentando a nivel mundial seguirán ocurriendo. Esta fue la conclusión del último equipo de trabajo profesional que dirigí sobre riesgos de crisis mundial antes de jubilarme en 2018. Y quizás es la advertencia más crítica que el Nuevo Testamento anuncia: la vida en la tierra empeorará cada vez más antes de que Jesús vuelva. Debemos estar listos para el desastre; debemos estar listos para servir abnegadamente; debemos estar listos en espíritu para encontrarlo cuando vuelva. Nos corresponde estar preparados y mantenernos preparados.
1https://www.imf.org/en/Publications/WEO/Issues/2020/06/24/WEOUpdateJune2020.
2 https://jamanetwork.com/journals/jama/fullarticle/2764789.
3 https://www.apmresearchlab.org/covid/deaths-by-race.
4 https://www.theguardian.com/world/2020/may/25/six-in-10-uk-health-workers-killed-by-covid-19-are-bame.
5 https://www.uneca.org/content/un-food-relief-agency-‘famines-biblical-proportion-loom’.
6 https://spectrummagazine.org/news/2020/nearly-200-deaths-metro-new-york-sda-churches-ravaged-covid-19.