June 12, 2022

¿Vuelta a la realidad?

Viviendo con perspectiva eterna

Daniel Bosqued

El 61º Congreso de la Asociación General ha llegado a su fin. 

El viernes ya no hubo votaciones ni reuniones administrativas, sino los informes de las Divisiones. He de reconocer que algunos ellos −por ejemplo el de la División Sudamericana− fueron especialmente inspiradores. Llenos de iniciativas evangelísticas y solidarias, participación de los niños y jóvenes, y una apertura a la sociedad que permite ilusionarnos con el avance de la Iglesia en otras latitudes. 

El sábado hubo un culto especial, música, despedidas, ceremonias de consagración y el esperado desfile de las naciones lleno de luces, colores y sonrisas. Donde una vez más se pudo visualizar el alcance de la Iglesia Adventista en otros rincones del planeta. 

Hoy no queda nada. 

Me he paseado por el lugar que ayer estaba lleno de vida, y está prácticamente vacío. Muchos de los delegados se han marchado, otros están en ello. Lo único que hay es un puñado de operarios que comienza a recoger cajas y equipos en un silencioso y nostálgico protocolo de despedida y cierre. 

El comentario más escuchado −y casi suspirado− en las últimas horas es que ahora “nos toca volver a la realidad”. 

Pero ¿Qué implica eso? ¿Qué realidad?

Muchos de asistentes a este Congreso vuelven a situaciones realmente difíciles. Uno de los pastores que conocimos estos días volvía a la complejidad de un país fallido, con restricciones de todo tipo, prácticamente sin recursos y sin perspectivas de mejora a corto plazo. Otros vuelven a sus lugares de misión en países remotos. Otros a latitudes donde la entrada del cristianismo sigue pareciendo inalcanzable

Nosotros volvemos a nuestra vieja Europa, tan fascinante como rebelde, donde el post-cristianismo ha dejado a millones de personas en un limbo ideológico donde “todo vale”, y a la vez “nada es cierto”. 

Eso, sin contar con las realidades personales que constituyen los espacios en los que cada uno de nosotros vivimos, llenos de ilusiones, desafíos e incertidumbres de las solo el Señor conoce los detalles.

Pero, ¿es esa la Realidad (con mayúsculas)? 

Por vívidos que nos resulten los escenarios en los que nos toca existir, y sin entrar en demasiadas discusiones epistemológicas, el texto bíblico nos habla de otra noción sobre la Realidad.

Nos habla de una dimensión llamada el Reino de los Cielos, que curiosamente está presente entre nosotros. Se acercó cuando vino Jesús (Mateo 3:2; 4:17; Marcos 1:15). Podemos “entrar en ella” (Mateo 5:20; 7:21; Marcos 9:47; 10:23). Se puede “recibir” (Marcos 10:15; Lucas 18:17), “heredar” (Mateo 25:34) y “poseer” (Mateo 5:4). Pero a la vez está fuera de nuestro alcance porque es una Realidad sobrenatural (Juan 18:36)

El Reino de Dios sería la noción más parecida a esa “Realidad” que no podemos percibir hoy por hoy, pero a la que pertenecemos. Implica la existencia de mundos no caídos, principados, potestades, gobernadores de las tinieblas de este siglo y huestes espirituales de maldad en las regiones celestes (Efe 6:12). Implica la certeza de un Dios amante, cercano y tierno, que nos está esperando con los brazos abiertos. Implica algo que siempre hemos intuido. Y es que en el fondo no somos ciudadanos de este mundo, sino de otro. Unoque está más allá del sol. Un cielo nuevo y una tierra nueva en los cuales mora la justicia (2 Pedro 3:13)

Lo cierto −por tanto− es que este mundo es una triste excepción en el universo. Es un paréntesis. Una interrupción. Una disrupción de esa “pulsación de armonía y gozo” que late en el Universo, y que pronto será restaurada (Ellen White, Conflicto de los Siglos, 658).  

Esa otra, es la Realidad

Por eso, sea cual sea el desafío al que te enfrentas, no olvides que en breve nos espera un lugar sin sufrimiento, sin lágrimas, sin dolor y sin despedidas

Dicen que en tres años algunos volverán a Saint Louis para el 62º Congreso de la Asociación General. Si Jesús no viene antes, el próximo Congreso llegará, con sus desafíos, expectativas, discusiones, votaciones, luces y colores. 

Y como éste, también pasará. 

Yo prefiero esperar con ilusión otro evento −el regreso de Jesús− que marque el fin de este mundo enfermo, y nos convoque a todos por la eternidad. 

Hasta entonces. Feliz Realidad (con mayúsculas) 😉

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