June 7, 2022

Una iglesia de contrastes

¿Una asignatura pendiente?

Daniel Bosqued
[Photo: Josef Kissinger]

La pandemia cambió muchas cosas de nuestro día a día. Desde el primer confinamiento en 2020 hubo transformaciones drásticas en nuestra forma de estudiar, trabajar, comprar o vivir la iglesia.

El impacto en muchas congregaciones locales todavía no se ha superado. Todos hemos visto cómo la asistencia ha disminuido drásticamente y se están experimentando “movimientos migratorios digitales” en los que algunas iglesias son seguidas por miembros de otras partes del mundo por sus predicaciones, Escuela Sabáticas o programas especiales. 

En el caso de este congreso de la Asociación General, la pandemia no solo ha sido responsable de dos aplazamientos consecutivos y ha reducido notablemete la asistencia de visitantes, sino que ha obligado a implementar un formato híbrido con asistencia presencial y remota abriéndonos las puertas de los hogares de los cientos de delegados que están asistiendo desde diferentes lugares del mundo. 

Ayer por la tarde gran parte del trabajo de la sesión se centró en modificaciones del Working Policy y el Manual de Iglesia. Fueron discusiones técnicas que se nos invitó sabiamente a interpretar mediante las “gafas de la misión”. Al fin y al cabo, las normas y procedimientos se establecen en conjunto con el resto de la familia mundial, con el fin de ordenar la vida interna de la iglesia y definir mejor su función. 

En ese contexto de discusiones me pareció sumamente enriquecedor percibir el impacto que una simple palabra en el Manual de Iglesia puede tener en diferentes lugares del mundo. Fue interesantísimo escuchar a delegados de lugares tan distantes como Noruega, California, Colombia, Filipinas o África explicar su visión sobre la redacción de algunas propuestas y los efectos que su modificación podría implicar en las iglesias locales de sus territorios. 

Me llamaron poderosamente la atención algunos de los delegados participando por Zoom en la sesión a altas horas de la noche, desde sus casas con paredes de ladrillo a la vista, poca iluminación, problemas de conexión y, sin embargo, realizando aportes de utilidad a la Iglesia Adventista mundial desde sus teléfonos móviles o celulares. Fueron intervenciones entrelazadas con profesores y administradores presentes reunidos en un moderno centro de convenciones, con un impresionante despliegue de tecnología, y sistemas digitales de votación.   

Una Iglesia de contrastes, sin duda.

Sin embargo, en medio de los contrastes que representa una iglesia mundial, con presencia en contextos tremendamente diferentes, es fácilmente constatable que la realidad administrativa de la Iglesia, reflejada en los delegados presentes, tiene un amplio margen de mejora respecto a su diversidad. 

Quizá convertir los contrastes en elementos de riqueza institucional es todavía una asignatura pendiente. Las estadísticas de los 2680 delegados elegidos para este Congreso muestran que el 25% tienen más de 60 años de edad. La gran mayoría tienen más de 50 años y solo un 3% tienen menos de 30 años. Eso sin mencionar que menos del 20% de los delegados son mujeres, a pesar de representar la mayoría de los miembros de Iglesia en todo el mundo.

Quizá nos falta interiorizar que cuanto más variada y representativa sea la Iglesia en todos los niveles, podrá ser más receptiva, creativa, ágil, sensible y capaz de dialogar de forma pertinente con un complejo mundo que aún espera ser alcanzado. 

Creo que podemos lograr una mejor integración de los contrastes que nuestra iglesia muestra, como una fortaleza que nos permita ser un movimiento que alcance a toda “nación, tribu, lengua y pueblo”, y nos ayude a llevar entre todos el evangelio hasta lo último de la tierra… 

Daniel Bosqued es Rector del Campus Adventista de Sagunto, y profesor de Nuevo Testamento en la Facultad Adventista de Teología. Está casado con Maijo Roth, Departamental de Infancia, Adolescencia y Familia de la Unión Española, y tienen dos hijas de 11 y 8 años: Amy y Amber.

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