June 8, 2022

En los zapatos de mi hermano

El Congreso es una buena oportunidad de llorar con los dolientes y alegrarnos por las bendiciones de los demás.

Marcos Blanco

Súbitamente, empecé a transpirar. No solo un leve sudor, ¡sino a transpirar como si hubiera corrido por diez kilómetros! Pero, no estaba haciendo ejercicio. Tampoco hacía mucho calor en el ambiente en el que me encontraba. Estaba comiendo, y sin querer había colocado uno de los aderezos con algo de picante en mi comida. Había olvidado que, en gran parte del mundo, las personas comen con picante. Como tengo alergia al picante, eso me afecta particularmente.

Una de las experiencias marcadoras que hemos tenido como familia ha sido estudiar en la Universidad AIIAS, en Filipinas, una institución que ofrece solo estudios de posgrado y depende directamente de la Asociación General. Mientras vivíamos allí, había familias que representaban a unas cien naciones. Si bien hay otras instituciones educativas que son tan o más internacionales que AIIAS, esta quizá sea la única donde no predomina una cultura, sino que las personas siguen vistiendo, comiendo y comportándose como en sus lugares de origen. Allí aprendí lo poderosos que pueden ser los anteojos de la cultura a la hora de considerar algún tema, interpretar la Biblia o juzgar conductas e intenciones. 

En este sentido, quizá no haya sido tanta sorpresa ver, en el Congreso, las interacciones entre diferentes puntos de vista con respecto a reglamentos de la iglesia, modificaciones al Manual de la iglesia y otros votos que suscitaron respuestas variadas. Estoy quizá acostumbrado a lidiar con diferentes puntos de vista debido no solo a la percepción cultural, sino también a nuestro trasfondo personal. 

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Delegates from the Ukrainian Union Conference. The 61st General Conference Session of the Seventh-day Adventist Church, America’s Center Convention Complex, St. Louis, Missouri, USA, June 6-11, 2022. Cameradate: Monday, June 6, 2022 12:22.

Pero, estar apercibido de que puede haber otros que piensen distinto de mí o que pueden ver las cosas desde una óptica diferente no me hace, en realidad, ponerme en los zapatos del otro. Esa es una actitud que no puede enseñar ninguna experiencia intercultural, multicultural o intracultural. No. Eso solo se aprende a los pies del Maestro, a medida que dejamos que el Espíritu Santo nos transforme y nos lleve a tener el amor de Jesús. Por esta razón, Cristo se esforzó tanto en enseñarnos que debemos ponernos en el lugar de los demás, al señalar el resumen de toda la Ley: “ ‘Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente’. Este es el primer mandamiento y el más importante. Hay un segundo mandamiento que es igualmente importante: ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo’. Toda la ley y las exigencias de los profetas se basan en estos dos mandamientos” (Mat. 22:37-40). 

Una de las oportunidades que nos ofreció este Congreso de ser enseñados por el Espíritu Santo a empatizar con nuestros hermanos fue cuando, en el primer día, oramos todos juntos por lo que está sucediendo con nuestros hermanos en Cristo en Ucrania, China y otros lugares del mundo donde existen guerras, persecución y crisis. Poco después, tuve la oportunidad de hablar con unos hermanos de Ucrania, que habían montado un pequeño estand al fondo del lugar de reuniones, invitándonos a orar por Ucrania. Pude percibir el dolor, el sufrimiento y la angustia, pero también el agradecimiento a toda la iglesia mundial y esperanza en Cristo para el futuro. Pude orar con ellos y por ellos. Atesoro en mi corazón esos breves momentos en su compañía. 

Quizás alguno piense que no es lo mismo seguir el Congreso por fotos o video, o al leer los informes, pero sí podemos unirnos todos en oración, con la seguridad de que el Espíritu Santo traerá el consuelo de esas oraciones al corazón de nuestros hermanos que están sufriendo alrededor del mundo. Y claro, también podemos regocijarnos por los logros y las bendiciones en otras partes de nuestra iglesia. Ya sea presentes o a una pantalla de distancia, aprovechemos este Congreso Mundial para sentirnos parte de un solo cuerpo, diversos pero unidos en Cristo. 

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